Abandun hop all ye enter hear.
I fuked a konabit and got AIDS.

«Home Affairs», Sarah Lotz

A los divulgadores de la ciencia (al menos a los que yo conozco) les molesta mucho que gente sin formación científica ande transmitiendo por ahí información incorrecta sobre cómo se comporta y cómo se deben estudiar los fenómenos de la materia y el universo. Pero ellos no ven objeción –te estoy hablando a ti, Miguel Alcubierre– en escribir o hablar sobre historia de la ciencia (creo que he escuchado unas mil veces la historia de Galileo y toda esa serie narrativamente bien estructurada de hombres europeos e ilustres), sin haberse leído algo, un gramo, 2 paginitas cuando menos, sobre el discurso histórico. Que se note, pues. Nunca voy a olvidar ése «pues los mayas si tenían ciertos conocimientos astronómicos, pero nunca pudieron ver más allá de sus mitos» que Alcubierre soltó en su conferencia de Grandes Maestros en la UNAM. Pero va más allá: no lo piensa ni medio segundo cuando tiene que hablar sobre ciencia ficción y ciencia, porque you know, ahí dice «ciencia» y pues no hay nada más qué saber.

El 100% de las veces (estoy dispuesta a apostar las escrituras de mi casa) una exposición así termina por ser una lista sumamente extensa sobre la precisión e imprecisión científica entre las que oscilan los textos y películas anglo o soviéticas (nunca más allá) de la ciencia ficción; todo para rematar con un «…y la verdad es que a mí ni me gusta la ciencia ficción, pero me parece interesante el entusiasmo que despierta en los lectores para acercarse a la ciencia». Pero, aunque mi indignación lo haga parecer así, lo anterior no es algo por lo que haya que molestarse demasiado o iniciar una rebelión que prohíba a los científicos hablar del género. Aunque, dicha sea la verdad, demuestra un desconocimiento absoluto de todo aquello que no sea el campo de especialización de la ciencia, además de ignorar no sólo las disciplinas expuestas sino prevenirse contra nuevos e interesantes (re)enfoques como los estudios culturales sobre la ciencia. La cuestión aquí es una sobre apropiación y sobre escrutar las cosas desde el centro.

En 1975, Chinua Achebe acuñó la sentencia «I have been given the language and I intend to use it», en relación al uso activo de la lengua inglesa por la que se decantó para escribir su obra. Esta respuesta surgió en el contexto de la discusión respecto a la lengua en la que deberían escribir los autores de las naciones poscoloniales africanas, una vez que la división arbitraria del colonialismo, con la idea de nación moderna, había desarticulado las culturas de sus lenguas. Una de las iniciativas fue integrar grupos de lingüistas que trajeran estas lenguas ecuménicas a la contemporaneidad, adaptándolas en su dimensión léxica para que pudieran representar las dinámicas de la modernidad sin recurrir al inglés. El uso del inglés, consecuentemente, representaba de cierta manera una traición a la autonomía y a la autenticidad de cada cultura. Pero lo anterior traía consigo dos problemas a la idea de lengua: 1) ¿qué tiene que ver la lengua con la cultura?, y 2) ¿en otra lengua –que no sea la propia– necesariamente se transmite la visión del colonizador, sin más?

Pienso que a nosotros se nos podrían presentar estas preguntas como más fáciles de responder; es decir, que no implican una distinción de vida o muerte, pero la verdad es que la creencia en que nuestra identidad cultural y nacional está basada en nuestra lengua continúa arraigada. Adoptar consciente y voluntariamente una lengua como el inglés sería reproducir los valores que «encarna» al depositarla en una posición histórica tan significativa como la africana. Pero lo cierto es que al parecer no hay nada en la materia de la lengua que la enlace unívocamente con cierta raza o con cierta nacionalidad; pero de ser así ¿en dónde están los significados que nos dejan leer las diferencias culturales entre hablantes? En Caliban’s Voice. The Transformation of English in Post-colonial Literatures, Bill Aschcroft propone la siguiente visión para explicarnos la relación entre cultura y lengua:

…the language is metonymic of the culture, that is, linguistic variation stands for cultural difference… cultural difference is not inherent in the text but it is inserted by strategies… to share a language is to share a technique; the seeing is embedded in the practice.

Esto es, que la lengua se encuentra situada junto a cierta cultura, que a su vez contagia a la lengua de una significación cultural. Por otro lado, los textos en inglés –un inglés, diferente y adaptado por los autores a sus necesidades–, por sí mismos no podrían transmitir la diferencia cultural si ésta no estuviera previamente insertada a voluntad a través de estrategias. Dichas estrategias son, por ejemplo, evitar la traducción de términos o modificar la ortografía y la sintaxis intencionalmente. Estas variantes, con el tiempo también desmontan la relación binaria entre lengua y dialecto, pues demuestran que las lenguas, por muy nacionales y gramaticalmente descritas que estén, siguen siendo dialectos susceptibles al cambio y a la reproducción. La relevancia de los textos postcoloniales escritos en inglés es eso mismo: colocar la variedad y la capacidad transformativa en el centro de la conceptualización del inglés como la lengua más global y colonizadora en el mundo. La frase de Achebe no sólo hace obvia una herencia espuria, sino que también introduce una respuesta de advertencia creativa al cambiar lo estándar y esperado por una lógica de la degeneración (desprovista del componente moral).

En el 2013 se publicó la antología Afro SF. Science fiction by African Writers, editada por Ivor W. Hartmann, la cual presumiblemente es la primera antología en publicarse enteramente con relatos de autores africanos de ciencia ficción. El volumen reúne 22 cuentos variados que fueron convocados por concurso y cuya selección sólo atiende el criterio de haberle parecido buenos al editor. Entre los autores antologados se halla Nnedi Okorafor, autora que en los últimos años se ha colocado como la punta de flecha de la literatura que basa su diferencia en su origen africano. En 2017, la segunda entrega de la trilogía Binti, fue nominada a mejor libro de los Goodreads Choice Awards, en la categoría de ciencia ficción. Binti ya ha sido traducido al español por la editorial española Crononauta y estará a la venta en el primer trimestre del 2018.

Pero en esta ocasión no hablaremos de la obra de Okorafor, sino de otro cuento de aquella «primigenia» antología en la que el idioma, por así decirlo, «original» de todos los relatos es el inglés. «Home Affairs» de Sarah Lotz toma como escenario una oficina burocrática en Sudáfrica, donde la protagonista de nombre Pendi, debe registrar el código generado por su información genética ante la autoridad, procedimiento que le proporcionará una identidad como ciudadana. Con el fin de que todos los trámites a cargo del gobierno se realicen de forma eficiente, esta sociedad ha implementado el uso de robots. Los robots, según la propaganda oficial, son inmunes a la corrupción. Los Kanobots, modelos con proyectados rasgos «multiraciales» y holográficos, atienden de manera presencial a la gente que debe obligatoriamente registrar su situación en el país. Pendi se había levantado antes del amanecer para realizar su registro. La interacción entre robot y solicitante siempre está mediada por el siguiente saludo:

Hello goeie more sawubona how are you today sir madam I’m fine thank you for asking. In which language will you be communicating with us today? In a) English b) isiXhosa c) isiZhulu we’re sorry but these are the only three options available today.

English is your chosen language. Thank you sir madam. Are you a) updating your ID status b) passport status c) refugee status d) work permit status e) other status. Please state the letter that corresponds to your requirement preference in three, two, one, now. (Lotz)

Una señora junto a la que Pendi esperaba, en su desesperación, le levantó la voz a uno de estos robots, pues la máquina repetía las mismas opciones disponibles ante cualquier pregunta que no fuera las que se tenían contempladas para el registro. Pendi, invadida de indignación de que este sistema burocrático impidiera otra comunicación fuera de sus normas, se levanta y amenaza al robot. Tras la activación de alarmas de emergencia el piso se abre y Pendi cae en un basurero. Después de una breve aventura por el subsuelo, Pendi puede contactar con un hombre que, a cambio de dinero, la conduce hasta un Konabot corrupto que la integrará de nuevo al sistema contra el que se rebeló; su vida regresará a la normalidad. El robot corrupto debe su diferencia, y la posibilidad de que muchas personas se reintegren de manera ilegal a este sistema tecno-autoritario, a una característica de la programación que alteró el invariable sistema de saludo de sus congéneres.

Hello sir madman thank you for aching. In which linger will you be consuming with us today? In a) entrails b) isiklot c) isizoom we’re sorry but these are the only three options available to die. Please snake the litter that corresponds to your linger preference in three, four, one, now.

Entrails is your chosen linger. Thank you sir madman. Do you require a) eaten b) filed c) erased e) reset. Please snake the litter that corresponds to your rehirement predicament in three, two, six, now.

Christ, Pendi thinks. «Um, E. E-reset.» (Lotz)

De igual manera que el inglés se concibe en ciertos contextos como una lengua extranjera que amenaza la identidad nacional, así pareció en algún momento el género de la ciencia ficción escrito por no anglosajones o no soviéticos: una traición y copia descarada de un lenguaje que les debía resultar completamente ajeno a estos autores alienados del Tercer Mundo. Con mucho trabajo, hay que decirlo, es que sus obras han ido ganando terreno en esta discusión que es el espacio postcolonial de la ciencia ficción: «the achievement of post-colonial literatures is not just linguistic it is political … the greater use of language variants must be a potential agent in social and political changes of various degrees» (Aschcroft, 124). La solución, en la que parecen coincidir Achebe y Okorafor, es la asimilación de las diferencias, a través de la conciencia creativa que adapte los discursos ajenos: explorar otras ópticas por su cuenta, aun sintiéndose inseguros o inexpertos. Una lengua les fue dada, y no hay duda en que deben utilizarla.

Imagen tomada de Public Domain

Escrito por:paginasalmon

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